viernes, 31 de agosto de 2007

El grito ahogado

Tengo una sensación en el pecho que me oprime todo el cuerpo hasta hacerme llorar de rabia... y no puedo hacer nada más que secarme las lágrimas. Impotencia de no poder decidir por los demás... ¿Quién no ha querido alguna vez ser otra persona? Sea por estar en sus zapatos para probar un delicioso segundo de ser ella o para poder pensar por ella. Eso último es lo que me pasa. Me afecta demasiado. No la puedo ver así, consumiendo su vida amando con todo el corazón a un ser repugnante que simplemente no la merece. Cómo no pudiera deshacerme de este grito ahogado, hacer que la gente lo oiga, hacer que ella me escuche... y así, sacarle un gran peso de encima. Peso que ella no siente debido a a que no puede sentir nada más que no sea amor. Tiene el corazón tan lleno de amor que ya no hay espacio para poder ver lo evidente, para poder sentir las heridas que no tardarán en hacerse profundas, que no tardarán en ser parte de ella. Quiero meterme en su pequeña y frágil mente unos segundos. Decidir por ella, decidir porque la quiero, decidir porque no la quiero ver más así, porque no la quiero ver más con él. Terrible y egoísta: esa soy yo... la que quiere controlar todo el universo, hacer lo que le dé la gana, hacer que los demás hagan lo que ella quiera. En realidad, solo quiero que no la lastimen. Ella es lo más preciado que tengo, la llevo conmigo a donde voy y me duele verla entregándose así, a una persona que no le hace nada bien. Simplemente, no soporto testigo de su destrucción...

martes, 28 de agosto de 2007

Pequeñas grandes fobias

Los que me conocen un poco mucho, pueden afirmar que soy una persona un tanto "fobiosa". No, esta vez no voy a hablar de mi famosa fobia al compromiso. En esta oportunidad, el mundo tendrá el honor de enterarse de qué se tratan algunas de mis pequeñas fobias.

1) Que alguien pueda escuchar la música de la "banda sonora de mi vida".

Esto es realmente tonto, pero no me avergüenza en lo más mínimo, pues si miro de un plano exterior, lo encuentro muy divertido!

Debe ser terrible que suene de la nada, "No puedo amarte" (Gianmarco) cuando estoy cerca de .... JAJAJAJA no voy a decir el nombre! xDD o "Lady Marmalade" cada vez que entro al conservatorio xDD .

2) Que alguien lea mis semicomposiciones

Otra de mis pequeñas fobias es que alguien lea mi agenda. Mi agenda, es terminológicamente "un roche". En realidad, ya la leyeron dos amigas y tal vez mi vieja sin que me dé cuenta, o mi empleada. Sinceramente, no me importa que se enteren de lo que hago y pienso cada día (xq casi todo está en clave) ! pero lo que me da pánico, es que alguien lea mis "semicomposiciones".

*Semicomposiciones : letras de canciones romanticonas cambiadas de tal manera que resultan perfectas para mí.

A continuación un pequeño ejemplo del verano 2007 que puedo compartir con el mundo... pero antes de leerlo, hay que tener en claro algunos significados de mi diccionario personal...

*Arbol nro 1: chico obsesión del verano 2007
*Barba la ebria: Yo dsp de beber muchísimo alcohol hablando incoherencias.
*Loreto: Cuando te gusta tanto un tipo que te le tiras encima cada vez que puedes xDD
*La plaga: Pinche enamorada del mal ... muahahaha!

Aquí les va...

Melodía: Sé que piensas en mí (Gianmarco)

[Sé que mi Arbol nro 1 piensa en mí... cuando su pecho se envenena en mí (barba la ebria), te pertenezco hasta la muerte (hasta Loreto) aquí.... tengo esta pena que me quema (su enamorada alias "la plaga" JAJAJAJAJA) y a donde vaya, se que mi Arbol nro 1 piensa en mí... ]

Creo que fue un ejemplo "no rochoso", en fin... espero que hayan entendido un poco de qué se tratan mis 2 pequeñas fobias... probablemente no son las únicas, pero son las que recuerdo ahora que no ando ebria! Prometo hablar de las demás algún día...

Sobre Libertanga

Nada más embriagador que la libertad. Con mi blog Libertanga xDD, pretendo mostrar a la humanidad que estoy un poco loca, que soy un tanto bestia y que, en términos míos y universales, soy un genio. JAJAJAJA. ¿Lo que escribo está basado en acontecimientos de mi corta vida de 17 años? Tal vez. Sí y no. En realidad, algunas cosas son [Pura ficción ], otras [Media ficción] y para que negarlo, hay algo de [Locura real] en esto! "En fini", espero que disfruten de los pensamientos macabros, las cartas y los pensamientos varioss xD.

Pensamientos macabros de la niña de aire (Paloma)

Ya no había nada más que hacer. Agitaba mi mano, con una sonrisa de oreja a oreja cuando veía a mis padres desde la sala de embarque en el aeropuerto. A la aventurera edad de dieciocho años, ya era libre. “Un fin de semana sin mis padres”, para mis padres, claro; pero para mí: la vida entera sin volver a verles las caras. Me sentía lo suficientemente adulta como para llevar una vida asumiendo responsabilidades, pero huía de ellas como lo que era: una adolescente que contaba con unos cuantos dólares de bolsa de viaje, lo suficiente para llevar una vida de lujo por tres días; hospedaje hasta el mediodía del domingo; pero parecía no importarme. La realidad era que no me importaba en lo mas mínimo.

En el asiento del avión, jugaba y le tapaba la inscripción “Lima” a mi pasaje y me reía…aunque por momentos flaqueaba, pensaba: “Tengo hasta el domingo a la una de la tarde para arrepentirme. Mi virtual vuelo a Lima despegará a las tres y me tomará una hora llegar al aeropuerto nuevamente” . Me distraje unos minutos pensando en aquella bobada, cuando de repente las turbinas del avión empezaron a hacer “prr prr” y opté por masticar un chicle, taparme los oídos, cerrar los ojos y volver en contacto con el mundo cuando el avión dejara de moverse como simulador de feria barata.

Abrí los ojos y miré las nubes pensando en aquella frase “Arriba, arriba, siempre arriba” que había leído en la agenda de mi mejor amiga el día anterior…y de pronto recordé que dicha agenda, estaba en lo mas profundo de mi bolso de mano, sí sí…la había tomado sin permiso y sin futuro retorno. Cuando la tomé, pensé que no sería de mucha importancia: era mi mejor amiga, sabíamos todo una de la otra…bueno, eso creía ella, porque ni siquiera a ella le había contado que en lo que a mi concernía, no íbamos a volver a verla ni su agenda ni yo. Me entretuve unas dos horas leyendo sus intimidades. Así por escrito, fue como me enteré de que mi querida amiga al igual que yo, tenía d vez en cuando algunos pensamientos turbios. Reía, reía mucho. De pronto me percate de que al lado mío estaba una mujer de unos treinta años aproximadamente. La mujer me miraba como si yo fuera un mono de zoológico: con miedo de que saliera de mi jaula para atacarla. La miré fijamente, me acerqué a su rostro como si fuera un chico que estuviera a punto de besar y lancé mi primer ataque: “Disculpe, ¿tiene hora?” La mujer reaccionó rápidamente, miró su reloj y me dijo: “Faltan dos horas para llegar” . Eso me molestó. Yo no le pregunté cuánto faltaba para llegar, le pregunté qué hora era. Para mí, cada pregunta tenía una respuesta. Era todo o nada. Y ese “nada” estaba mal. Pero me guardé todos esos pensamientos macabros y le di las gracias. Al cabo de cinco minutos, la mujer la finalmente habló: “Buenos Aires es una ciudad hermosa. Dicen que es muy fácil las personas se enamoren de ella…o en ella.”. Repetí aquella frase en mi mente y para variar me reí, pero no le conteste con la palabra alguna porque no quería que se diera cuenta de que me importaban los disparates que decía. Pasó el tiempo y de pronto, ya había llegado a Argentina. “Pasajeros, bienvenidos a Buenos Aires”, fue un grito de liberación.

Caminé por el largo corredor del aeropuerto tarareando mi canción favorita. Veía a las personas, había muchos extranjeros y la mayoría eran parejas. Pero yo estaba sola y tenía que acostumbrarme, pues así serían mis días en adelante. Llegué a la estación de autobuses. Uno de ellos tendría el honor de llevarme al hotel. Me instalé: puse mis maletas en el compartimiento trasero y llevé en mis manos una pequeña cartera con veinte dólares, por si se me antojaba una “media luna”, y una cámara para tomar fotos a aquellos paisajes descoloridos que encontraría rumbo al hotel. Subí al autobús. Me senté en el asiento número diecinueve de la fila derecha y de pronto, empezó el recorrido. Miraba los paisajes, si a eso se podía llamar paisajes. Eran las once de la noche, solo se veían las luces de la calle, muy pocas por cierto, y las del autobús que colindaba con el mío. Pasó una hora y ya había tomado unas cien fotos. Estaba tan aburrida que me puse a ver las fotos en la pantallita de la cámara. La mayoría eran de mi cara, así que nuevamente, ¿adivinen qué? Reí. Las imágenes empezaron a aburrirme, pero de pronto llegué a una donde figuraba la ventana del autobús que nos hacía la carrera. Estuve a punto de borrarla pero quedé petrificada. En aquella foto, estaba un joven. Con solo verle la cara, asumí que media un metro setenta y cinco, era de contextura delgada, además de lo que se podía ver en la foto: cabello castaño, piel bronceada y ojos verdes. “Estereotipo argentino”, pensé. Tenía cara de Jorge o de Martín… pero en realidad, se llamaba Salvador. Pasaron diez minutos y mi cuerpo seguía inmóvil. Reaccioné y miré a través de la ventana, buscando su autobús, buscando sus ojos. No lo veía, debía estar kilómetros más adelante, más atrás, quizás no tenía el mismo rumbo que el mi autobús… quien sabía, podía haberse volcado. La idea de no volver a ver a esa persona me agobiaba. Ataqué a la persona del asiento de al lado para preguntarle la hora, deseando que me respondiera con la cantidad de tiempo que faltaba para llegar al hotel, pero esta vez la respuesta fue la correcta y me dijo una cifra numérica. Ataqué nuevamente, con la pregunta correcta y la respuesta fue “ninguna de las anteriores” , pues la atacada no tenía idea de cuánto faltaba para que nos bajáramos del autobús. “Argentina boluda” pensé. Miré otra vez la foto y me quedé hipnotizada. En la foto él parecía estar mirándome, mirándome con amor. Una mirada era suficiente. No hacía falta una caricia, un beso, un abrazo. Me sentí penetrada. Me mató, él me mató. En sus ojos se reflejaban los míos, éramos iguales…pero diferentes; estábamos juntos, pero separados; nos amábamos y nos odiábamos. Nunca había escuchado su voz, no sabía si era un patán o no, si valía la pena enamorarse de un chico así… ¿No sabía?…Estoy mintiendo, sí sabía quién era. Sabía todo de él, él era como yo, estaba segura. Lo probable era que tuviera una novia. Insisto, él era como yo. Ambos necesitábamos desfogar nuestras pasiones: él con una chica y yo, con mis locos sueños. Deseaba que nuestras ventanas volvieran a cruzarse, que me viera, que me hiciera señas para que anote mi número telefónico en el vaho de la ventana del autobús, para que me llamara y me hiciera una invitación al placer. Sí, estaba dispuesta a irme con el placer. Comencé a proyectar una película en la pantalla de mi imaginación donde Salvador y yo éramos los protagonistas. Pensaba en nuestro primer beso, en mi primer beso. ¿Iba a ser mi primer beso? Mentira, no iba a serlo. Pero si iba a ser mi primer beso de amor, el que realmente contaba, pues los cincuenta y cinco anteriores, con mi almohada o con cualquier idiota, eran para olvidar. Empecé a reír. Al reír volví al mundo, caí en tierra, hice un hoyo profundo y pensé: “Si tenemos que estar juntos, mi destino lo encontrará”. Y así fue, pasaron unos segundos y divise su autobús a unos metros del mío. Sentí cosquilleos como si fuera nuestra primera cita. Recordaba las palabras de la mujer del avión: era fácil enamorarse en Buenos Aires, tan fácil que yo, “el vendaval de viento”, ya lo había conseguido. Temblé, vibré, tenía su imagen congelada en mi retina. Llegó su ventana. Lo miré, pero él no me miraba. No podía moverme. Tenía ganas de gritar, de llamar su atención, pero no podía hacerlo. Me sentí impotente. De pronto, un semáforo en rojo. “Tiene unos treinta segundos para percatarse de que estoy aquí, si no lo hace, probablemente nos volveremos a distanciar”, pensaba mientras me comía las uñas. Retumbaba en mi cabeza la ultima sílaba de aquella frase, cuando su cabeza dio un giró, me miró y al hacerlo me mató. Me di cuenta de que ese chico era mió. Yo conocía cada parte de su cuerpo y había visitado cada rincón de su mente. Sabía que en ese preciso instante él pensaba en mí y que me quería con todo él corazón. Éramos parte de un todo. Yo era la pregunta y él mi única respuesta. Mientras nos mirábamos, en el mundo solo existíamos nosotros dos. Pasaron unos segundos y el autobús empezó a moverse. Pensaba que probablemente no lo vería más en lo que quedaba del trayecto, pero en el fondo estaba tranquila porque sabía que nuestros autobuses tenían el mismo rumbo, así como nuestros destinos. Llegamos a la Terminal. Baje rápidamente, como una fiera en busca de su presa. Pero él no era mi presa, yo era su prisionera. Es decir, buscaba a mi carcelero. No fui por mi equipaje pues lo único que me preocupaba era encontrar a Salvador. Pasaron los minutos y me di cuenta de que lo probable era que ya hubiera tomado un “remisse” rumbo a su hotel. Pensé: “Me llamará, ya me llamará”…pero recordé que él no tenía mi número. Sin embargo, yo sí tenía el suyo, porque yo sabía todo de él. Es más, sabía en qué hotel estaba hospedado, pero de pronto pensé: “No, no se fue a un hotel…ahora que recuerdo, a Salvador le gusta beber. Debe haber parado en alguna cantina”. Tomé un taxi y llegué a la cantina mas cercana de la Terminal. Como yo sospechaba, ahí estaba el tierno Salvador: bebiendo sus penas de amor, viendo mi imagen en el fondo del vaso de ron. Estaba bebiendo porque imaginaba que me bebía a mí, que bebía mi esencia, mi sangre… la sangre de su víctima, porque sí, él me había matado. Ahora que estaba muerta, yo era un alma, un alma que iba a su encuentro. Reí. Lo miré. lo toqué, lo besé sin dejarlo decirme nada. Ese beso me supo a ron, a alcohol barato, amargo, pero muy dulce. En ese momento, volamos… “arriba, arriba, siempre arriba” y empecé a reír. Mi carcajada hizo que lo dejara de besar. Él me empujó, tiró su vaso de vidrio contra mi pecho y caí bruscamente al suelo. Empecé a sangrar… “¿Sangre?” Pensé… “Pero si yo estoy muerta, ¿Cómo puedo estar sangrando?” Tenía la convicción de que yo era un alma y nada me podía herir, ni siquiera su dureza conmigo. Salvador me apartó de él agresivamente, como si le diera asco, dio media vuelta y se fue de la cantina. Todos los ojos me miraban, pero ninguna de esas miradas mataba como las de él. Volví en mí, me di cuenta de que buscando el cielo solo había encontrado el piso: piso meloso de cantina. Me levanté del suelo y recordé que él me había matado, que yo ya no estaba viva por su causa. Sin meditar mucho, tomé el cuchillo de rebanar jamón que estaba en la mesa de uno de aquellos borrachos y fui tras él. No me fue difícil saber a dónde se había dirigido porque como ya dije: yo sabía cada uno de sus pensamientos. Al encontrarlo, le exigí que me mirara y lo maté. Como él me había matado a mi primero, no había problema. Además, teníamos que estar juntos, juntos vivos o muertos. Cerré los ojos y cuando los abrí, él no estaba allí. Él no existía y yo tampoco…o eso creía. Me di cuenta de que estaba en una celda, era una cárcel. Vi la cara del carcelero y no era Salvador, es decir, algo había salido mal. Pregunté y me respondieron. En un trance posterior a lo último que recordaba, confesé que había matado a Salvador y me apresaron por homicidio. Así fue como busque libertad y encontré encierro. Solo quiero desaparecer y dejar de existir. Esta noche acabaré con mi vida: me mataré por segunda vez. Esta noche, será noche de entierro.

Sobre el amor cobarde

Nada peor que una conciencia sucia. Definitivamente es horrible darse cuenta de que lo que uno está pensando está mal. Detesto sentirme culpable por todos aquellos pensamientos que refugia mi macabra mente. Cierro los ojos e imagino lo prohibido. Nadie lo sabe, pero de todos modos me siento mal. Quiero decir, él debe estar haciendo de su vida lo que quiere, junto a la persona que más quiere y yo aquí invirtiendo segundos en pensar en él. Solo deseo otro encuentro. Encontrármelo por casualidad es lo que más deseo en este momento. Quiero que sea un encuentro inesperado. Que él no perciba que lo he estado esperando por meses, por años. Pase lo que pase, es un caso perdido. No tengo derecho a pensar en él. Todos los días me prometo a mí misma que ya no lo voy a hacer más, pero es en vano. Me repugna imaginar que yo soy ella, la que lo recibe con los brazos abiertos, la que puede sentirlo en la piel, la que puede darle un beso sin necesidad de dar una explicación. Quisiera por unos segundos sentirme bajo la piel de ella, dentro de su cárcel. De pronto siento que estoy traicionando a mi fobia, que ya no pertenece más a mí. No me preocupo demasiado, porque sé que volverá. Mientras tanto, seguiré sintiéndome culpable por intentar huir de mi miedo a querer…

[Amor cobarde,
Miedo de traspasar los limites,
de ser auténtico, de sentir y dar libertad al alma.

Miedo a querer.
Miedo a caer rendida ante un beso,
un beso cálido y único, inolvidable y especial.

Deseos de sentirlo cerca,
ganas de tenerlo lejos...
que sea invisible para poder verlo
solo con los ojos del corazón.

Mantenerme lejos para no pecar.
Prisionera de los recuerdos.
Pensamientos que traicionan a la traidora
y enloquecen mas a la loca.

Ganas de un beso.
Un beso frío y cualquiera
agresivo y despiadado,
ilógico y benévolo,
un beso comprometido y libre... ]

Carta al chico comprometido

Lo llamaré con el pensamiento...

Ven aquí, quiero contarte que te quiero. Te quiero desde el primer momento en que te vi. Probablemente ya te diste cuenta. Nunca te dije nada, pero mis gestos lo dijeron todo. Eres irremediablemente mi razón para respirar. Soy adicta a pensar en ti, lo hago todo el día. Cada sueño alcanzado te lo dedico. Ya alcancé todos menos el que más quiero: Que tú me quieras. Intenté que no me gustaras porque, para mi desgracia, tienes novia y no soy yo. Solo quería que sepas todo esto que llevo guardado dentro, todo este torbellino de cosas que nunca te dije, de miradas y besos que no te he dado.

Eres irresistible y tan agradable de mirar. Cuando te veo, el sol aparece en medio de mi oscuridad. Tu sonrisa me derrite en el acto, le da color a mi vida. Sonríe y pídeme lo que quieras, aquí está tu esclava para servirte. Cuántas veces busqué en tu mirada algún gesto de amor. De tanto buscar me quedaba perdida en tu ternura y ya no me importaba nada más que la locura de amarte y por supuesto, seguirte mirando. Me daba miedo que de pronto te voltees y te des cuenta de que yo estaba ahí. Ahí indefensa, débil y agonizando de amor por ti. Los ojos hablan y podrías haberte dado cuenta de que mi corazón gritaba tu nombre en medio de aquel silencio.

Te llamo todos los días con el pensamiento. Cada palabra tuya es un milagro para mí. Eres lo más hermoso que han visto mis ojos enamorados y la razón más sincera por la que han llorado. Llévame a tu mundo y quedémonos ahí para siempre, que el mío está lleno de días sin ti. Conozco más de ti de lo que crees. Conozco más de lo que tú mismo me das a conocer. Realmente me apasionas. Cuántas veces busqué un maldito beso. No puedo dejar de desear tus labios locamente, aunque aquellos manjares del cielo no me pertenezcan. ¡Ay! me siento culpable. No, realmente no: nadie tiene la culpa de sentir.

Por todo esto te pido, quiéreme un poco por favor, ¿Acaso no te doy lástima? Un poco para mí sería demasiado. Un poco de tu amor saciaría por completo mi sed de ti. Eres fuego que consume mi alma hasta que ya no queda nada, nada más que un corazón roto. Tu imagen navega por el mar de mi pensamiento y desaparece en el desierto de tu indiferencia. Puedo sentir que me quemo toda cuando veo cómo te entregas con todo el corazón a otra persona…

Amarte duele. Consuélame por favor, dame fuerzas para seguir andando. Soy muy débil. Las cosas que haces me lastiman, las que no haces también. Por favor abrázame ahora o me desvaneceré en el acto. Abrázame e imagina que yo soy aquella persona que más quieres, dame tu calor y cuídame porque yo no lo voy a hacer.
Abrázame, te lo pido, y róbame una sonrisa una sola vez. Cómo quisiera acompañarte en tus sueños más profundos y ser tu refugio cuando te encuentras en soledad. Abrázame, necesito un poquito de ti. Cuando lo hagas, no digas nada. Calla y en el silencio escucharás cómo mi corazón late por ti. Quiero que sientas que yo estoy viva gracias a ti. Déjame llorar de amor en tu hombro, déjame sentirte conmigo aunque tu corazón no quiera quererme. Mi vida te pertenece aunque no lo sepas, aunque no te importe en lo más mínimo. Si tan solo me dejaras demostrarte que puedo amarte como nadie nunca te amó.

Cuántas veces quise cuidarte, compartir tu llanto y hablarte de la inmensidad del amor que mi alma guardaba. Tal vez si lo hubieras sabido antes te hubiera dado curiosidad descubrir todo lo que mi mundo guardaba para ti. No sé cómo tanto amor entraba en mi cuerpo. No sé cuánto moría cada vez que te veía de lejos siendo feliz con otra mujer. No sé por qué te escribo, si no estoy segura de que me vas a responder. No sé si te tomé por sorpresa y no tenías idea de la verdad de mi corazón o si ya lo sabías todo y contártelo nada más es una tonta redundancia. Ojala me perdones por atreverme a amarte, a quererte tanto, a darte mi vida y por hacerte responsable de todos mis lamentos de amor. Te digo todo esto ahora porque estoy arrepentida de haberte querido en silencio. En realidad no tengo nada que perder con estas palabras. Nada que perder, quiero decir, que no te puedo perder, porque no eres mío.

Te quiero, te quiero, te quiero aquí junto a mí. Tengo tu recuerdo guardado en el pecho aunque sé que el mío tú no lo tienes. Espero que me comprendas y no huyas de mí, porque no voy a hacerte daño, mi amor. De esta locura no tenemos culpa ni tu ni yo. Haz con tu vida lo que quieras porque eres joven y libre. Vuela alto porque no importa cuánto pueda yo amarte, no te detendré. Quiero que seas feliz, más de lo que yo puedo llegar a ser.

Esto es delirio, esto es amor; y si me miras unos segundos, comprenderías de qué estoy hablando. Aunque no lo parezca, he pensado más en mí que en ti, mi amor. Ahora me marcho y no estoy pensando que me seguirás. Si lo haces, seré más tuya de lo que ya soy. Ojala tengas el coraje de enfrentarte a mí después de haber leído toda mi debilidad. Si no quieres saber nada más de mí, lo entenderé. En fin, soy una loca más, que ama con toda el alma y no tiene vergüenza de hacerlo. Eres lo que más quiero, lo que más respeto.. me mantienes viva, nunca lo olvides.

La Luna y yo

[ Acerca de mi obsesión con la Luna ]

¡Ay cómo me duele el amor! Esta noche es excelente para recordar todas las pasiones que me llevaron a esta locura. Cada una de ellas fue diferente y especial, sin embargo, todas fueron igual de importantes. En este momento, puedo respirar el aire que emana mi ser: aire de amor, aire de odio, aire de alcohol, aire de mí. ¡Qué genial es ver aquella Luna a través de mi ventana, perfectamente redonda y brillante!. La siento tan cerca de mí por más que sé que es físicamente inalcanzable. Inalcanzable para mi cuerpo, mas no para mi espíritu, ya que él puede volar a donde quiera .Esa Luna me sofoca, me intimida. Me siento extasiada, energizada y lista para compartir todas mis locuras y anhelos ocultos. Ocultos para la gente del mundo y conocidos completamente por mi Luna querida. ¡Ay esta Luna que me escucha sin necesidad de hablarle! ¡Vuela por lo que más quieras alma mía!, Para que puedas llegar hasta ella, que sabe todos mis secretos, que es la única testigo de mis sueños, a ella que me despertó los sentimientos cada vez que parecía que iban a volver a dormirse. Gracias Luna, por todo lo que me haz hecho escribir. Gracias, amor, gracias por existir. No me explico hasta ahora cómo has hecho para arrebatarme de mi propio cuerpo. Sin embargo, fue la mejor sensación del mundo. La mejor, es aquella que ya he sentido, aquella que se llama amor. Es que a ti, Luna llena, te amo más que nada. Si vieras cómo te reflejan mis ojos cuando te asomas. Bendito quien te mire, porque aunque no quiera, sentirá amor. Contigo no hay pudor. Soy completamente diáfana y cristalina; desnuda pero abrigada con tu calor. ¿Si me llaman loca por hablar contigo? ¿Y qué si lo hacen? No me importa que lo hagan, pues me están diciendo una verdad más. Que sigan ocupándose de sus asuntos, que nosotras, vamos esta noche a inventar el amor…